
10 junio, 2025
En la última década, padres y madres venimos afrontando desafíos de una magnitud tal que, a veces, la sociedad se cuestiona si tener hijos, el para qué, o el cómo, al ver a todo el entorno con hijos agotado. No podemos culpar a las nuevas generaciones por cuestionarse la parentalidad, sobre todo a las mujeres.
Tanta lucha del feminismo nos ha llevado a escalar en nuestras carreras profesionales o, al menos, a equipararnos con nuestros pares hombres, pero la responsabilidad en casa no se ha logrado igualar por completo. Esto no quiere decir que no se reconozca el cambio de paradigma del hombre, de un modelo de patriarcado a un involucramiento activo en las decisiones del hogar, los modelos de crianza y las responsabilidades. Pero aún así, esa carga mental invisible persiste. Madres agotadas, «supermadres» que intentan alcanzar estándares de una crianza respetuosa, seguir siendo visibles en sus trabajos, mantener un hogar digno y, si queda algo de tiempo y energía, poder dedicarse a su cuerpo y mente.
Quizás esto explica, en parte, fenómenos como la drástica caída en la tasa de natalidad en Uruguay. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de Uruguay, la tasa global de fecundidad (TGF) ha mostrado un descenso significativo, llegando a niveles históricamente bajos. Por ejemplo, en 2023, la TGF fue de 1,29 hijos por mujer, muy por debajo del nivel de reemplazo generacional (2,1 hijos por mujer). Este descenso no solo es un dato demográfico, sino un reflejo de los múltiples factores sociales, económicos y culturales que pesan sobre la decisión de formar o ampliar una familia hoy.
Antes, los abuelos eran más jóvenes, se criaba en tribu y estaban deseosos de cuidar a sus nietos, de regalarles su tiempo y amor hasta que los padres llegaran de trabajar o de vacaciones. Ahora, muchos son padres siendo adultos mayores, rondando los +35, y ese apoyo familiar cercano muchas veces no está disponible o se limita a fechas especiales. Los recursos económicos para tener cuidadores en casa escapan al presupuesto de una familia de clase media. Y así van, agotados, pero llenos de amor por la vida.
Quizás todo este contexto, sumado a la Pandemia que obligaba o recomendaba que los niños se quedaran en casa, hizo que las pantallas se incorporaran a una edad muy temprana, a veces incluso antes de los dos años, con efectos nocivos no solo para su salud física sino también para su desarrollo psíquico y emocional. Varios autores como el conocido Michael Ungar PHD advierten que el uso de la pantalla es nocivo par la salud mental de las infancias.
La tecnología, si bien ofrece oportunidades inmensas para el aprendizaje y la conexión, es fundamental detenernos a analizar su impacto, especialmente en el desarrollo de niños y adolescentes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha levantado la bandera de alerta, y diversas instituciones educativas alrededor del globo están tomando medidas innovadoras para reequilibrar la balanza, como la implementación de lockers para celulares a la entrada de los centros educativos.
La OMS ha sido clara y contundente en sus recomendaciones sobre el tiempo de exposición a pantallas para los más pequeños. Sus directrices son un eco de la creciente preocupación de expertos en salud y desarrollo infantil, y es crucial que las conozcamos:
Menores de 2 años: La OMS no recomienda tiempo de pantalla para bebés y niños pequeños. En esta etapa crítica, el desarrollo cerebral se beneficia enormemente de la interacción directa, el juego físico y la exploración del entorno real.
Entre 2 y 4 años: Se sugiere no más de una hora al día de exposición a pantallas, y siempre con supervisión y contenido de calidad educativa.
Los riesgos asociados al uso excesivo de pantallas en la infancia son diversos y preocupantes, afectando múltiples dimensiones del desarrollo:
Estos hallazgos no son para generar pánico, sino para fomentar una conciencia sobre el uso responsable y supervisado de la tecnología, priorizando siempre el desarrollo integral de nuestros niños. Aquí pueden descargar una guía de Unicef de cómo incorporar internet de una forma saludable y lo más segura posible en casa.
Frente a la innegable evidencia del impacto de los dispositivos móviles en el ambiente de aprendizaje y la interacción social, muchas escuelas alrededor del mundo están adoptando una medida simple pero altamente efectiva: la implementación de lockers, casilleros o simplemente sobres con seguridad para no hacer uso de los mismos en los institutos de enseñanza.Esta práctica, que inicialmente podría parecer drástica o restrictiva, está demostrando resultados sorprendentes en diversas latitudes.
🇫🇷 Francia: Este país fue pionero. Desde 2018, Francia endureció sus normas, prohibiendo el uso de celulares durante toda la jornada escolar en primaria y secundaria (hasta los 15 años). Los dispositivos deben permanecer apagados y guardados en mochilas o, en muchos casos, en lockers designados. El objetivo es reducir la exposición a pantallas, fomentar la interacción social en los recreos y mejorar el ambiente de aprendizaje. Las autoridades educativas han reportado una notable mejora en el clima escolar y la concentración de los alumnos.
🇳🇴 Noruega: Un estudio que abarcó más de 400 escuelas secundarias implementó prohibiciones de teléfonos inteligentes. Algunas escuelas optaron por la entrega total de los dispositivos al inicio de la jornada. Los resultados preliminares son impactantes: una reducción significativa en incidentes de acoso escolar (hasta un 46% en niñas y 43% en niños) y una disminución en las visitas a profesionales de salud mental entre las estudiantes.
🇧🇷 Brasil: Recientemente, Brasil ha comenzado a aplicar leyes que restringen el uso de celulares en las escuelas. La medida busca fomentar la interacción social y el juego de mesa o la lectura en los recreos, en lugar de que los estudiantes se aíslen detrás de sus pantallas. Directores de escuelas han destacado la mejora en la dinámica social y la resolución de conflictos entre alumnos.
🇪🇸 España: Varias regiones y colegios en España han implementado políticas de restricción. Se busca crear un entorno libre de tecnología donde los estudiantes puedan concentrarse sin distracciones. Los lockers con cerradura individual son una solución práctica que permite a los alumnos mantener la posesión de su teléfono, aliviando la preocupación por pérdidas, mientras los profesores no necesitan supervisar constantemente su uso.
🇦🇷 Argentina: Colegios privados en provincias como Mendoza han implementado casilleros numerados donde los alumnos dejan sus celulares al ingresar al aula. El respaldo de los padres ha sido casi unánime, lo que demuestra una creciente conciencia. Los directivos citan investigaciones que confirman que el uso del celular en clase afecta la concentración y el rendimiento académico. Otros colegios han optado por las «cajas de celulares» o simplemente la indicación de guardarlos apagados en mochilas, con el compromiso de no usarlos. Los efectos son notables: recreos con más diálogo, juegos y menos pantallas.
🇺🇾 Uruguay : En Uruguay, el inicio del año lectivo 2025 ha traído un debate internacional a las aulas. Según el reciente artículo de El Observador varios colegios, tanto públicos como privados, están implementando medidas para restringir el uso de celulares. Instituciones como el Colegio Santa Elena, el Colegio Francés, el Colegio Alemán y los Maristas han optado por diversas estrategias: desde la prohibición total en Primaria, pasando por «estaciones de celulares» en el liceo, hasta la exigencia de que los equipos permanezcan apagados o guardados en mochilas/lockers. Estos centros, al igual que sus pares internacionales, buscan mejorar la concentración, fomentar la interacción social y reducir el ciberacoso, sumándose a una tendencia global que prioriza la conexión humana en el ámbito educativopor han implementado políticas internas donde los dispositivos deben permanecer guardados y apagados durante la jornada, a menudo con el uso de cajas comunales o casilleros individuales para dejarlos al ingresar.
Si bien los beneficios son claros, la implementación de estas medidas no está exenta de desafíos. La comunicación abierta y transparente con las familias es crucial para explicar los motivos y los beneficios a largo plazo para los estudiantes. También es importante abordar las preocupaciones legítimas sobre emergencias (aunque los canales de comunicación de la escuela suelen estar disponibles y activos) y la necesidad de educar a los estudiantes sobre el uso responsable de la tecnología en general, no solo dentro del ámbito escolar. Hay múltiple literatura que aborda éste tema tan interesante. Estaré escribiendo una reseña en breve sobre el libro «Cuidar las infancias en la era digital» de Lucía Fainboim, fundadora de Bienestar Digital, consultora que diseña proyectos innovadores de alcance regional con el objetivo de construir vínculos más saludables con las tecnologías digitales.
Conclusión
La era digital nos impone el desafío constante de encontrar un equilibrio. Las recomendaciones de la OMS nos recuerdan la vulnerabilidad de la infancia frente a una exposición desmedida y no controlada. La iniciativa de los lockers para celulares en las escuelas no es una negación de la tecnología, sino una estrategia inteligente y proactiva para reclamar el espacio y el tiempo necesarios para el desarrollo integral de nuestros niños y jóvenes.
Es una invitación a intentar desconectar de forma paulatina para, verdaderamente, conectar: con el aprendizaje, con sus compañeros, con sus docentes y, fundamentalmente, consigo mismos. Fomentemos ambientes donde la presencia real prime sobre la virtual.
No se trata de erradicar; se trata de balancear, de cuidar los momentos lo más posible. Si ven padres que lo están intentando, intentemos ser respetuosos con sus decisiones. Seguramente es mucho más desafiante que darles una tablet en un restaurante. Apoyemos a quienes de a poco intentan poner en alza el valor de la conexión y las emociones.